Benedicto XVI ha vuelto a la Casa del Padre. La Oficina de Prensa del Vaticano ha anunciado hace unos minutos que el fallecimiento se ha producido a las 9:34 horas, en la residencia del Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, que el Papa emérito, de 95 años, había elegido como residencia tras renunciar al ministerio petrino en 2013.
“Con pesar doy a conocer que el Papa emérito Benedicto XVI ha fallecido hoy a las 9:34 horas en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano. Apenas sea posible se proporcionará mayor información”, se lee en la nota de prensa del Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, dada a conocer esta mañana.
Desde hacía ya varios días el estado de salud del Papa emérito había ido empeorando debido al avance de la edad, tal y como había informado la Oficina de Prensa actualizando la evolución de la situación.
El propio Papa Francisco había querido compartir públicamente la noticia sobre el empeoramiento del estado de salud de su predecesor al final de la última audiencia general del año, el pasado 28 de diciembre, cuando invitó a rezar por el Papa emérito, "muy enfermo", para que el Señor le consuele y le sostenga "en este testimonio de amor a la Iglesia hasta el final". Y en todos los continentes se multiplicaron inmediatamente las iniciativas de oración con mensajes de solidaridad y cercanía también desde el mundo no eclesial.
Sobre la vida de Benedicto XVI
Nacido en 1927, hijo de un gendarme, en el seno de una familia sencilla y muy católica de Baviera, Joseph Ratzinger fue una figura destacada de la Iglesia del siglo pasado. Ordenado sacerdote junto con su hermano Georg en 1951, se doctoró en teología dos años más tarde y en 1957 obtuvo la licencia de profesor de teología dogmática. Enseñó en Freising, Bonn, Münster, Tubinga y, por último, Ratisbona. Con él desaparece el último de los Pontífices implicados personalmente en los trabajos del Concilio Vaticano II. Siendo un teólogo muy joven y ya muy considerado, Ratzinger había seguido de cerca el concilio como experto del cardenal Frings de Colonia, cercano al ala reformista. Él fue uno de los que criticaron duramente los planes preparatorios elaborados por la Curia Romana, que posteriormente fueron desechados por decisión de los obispos. Para el joven teólogo Ratzinger, los textos “deberían dar respuesta a las cuestiones más apremiantes y deberían hacerlo, en la medida de lo posible, no juzgando y condenando, sino utilizando un lenguaje maternal”. Ratzinger exalta la nueva reforma litúrgica y las razones de su providencial inevitabilidad. Según él, para redescubrir la verdadera naturaleza de la liturgia era necesario “romper el muro del latín”.
Pablo VI lo nombró en 1977 arzobispo de Munich con apenas 50 años de edad, y unas semanas más tarde le creó cardenal. En noviembre de 1981 Juan Pablo II le confió la dirección de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Fue el comienzo de una sólida colaboración entre el Papa polaco y el teólogo bávaro, destinada a disolverse solo con la muerte de Wojtyla, que hasta el final rechazó la dimisión de Ratzinger, no queriendo privarse de él. Fueron los años en los que el antiguo Santo Oficio puso los puntos sobre las íes en muchos asuntos: frenó la Teología de la Liberación que utiliza el análisis marxista, y se posicionó frente a la aparición de grandes problemas éticos. La obra más importante es, sin duda, el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, un trabajo que duró seis años y vio la luz en 1992.
Tras la muerte de Wojtyla, el cónclave de 2005 llamó para sucederlo en menos de 24 horas a un hombre ya anciano -tenía 78 años-, universalmente estimado y respetado incluso por sus adversarios. Desde el balcón de la Basílica de San Pedro, Benedicto XVI se presenta como "un humilde trabajador en la viña del Señor". Ajeno a cualquier protagonismo, dice que no tiene "ningún programa", sino que quiere ponerse “a la escucha, con toda la Iglesia, de la Palabra y de la voluntad del Señor”.
Escudo de Benedicto XVI |
“Iglesia libre de dinero y poder”
Frente a los escándalos y al arribismo eclesiástico, el anciano Papa alemán sigue haciendo llamamientos a la conversión, la penitencia y la humildad. Durante su último viaje a Alemania, en septiembre de 2011, invita a la Iglesia a ser menos mundana: “Los ejemplos históricos muestran que el testimonio misionero de la Iglesia desprendida del mundo resulta más claro. Liberada de fardos y privilegios materiales y políticos, la Iglesia puede dedicarse mejor y de manera verdaderamente cristiana al mundo entero; puede verdaderamente estar abierta al mundo…”.
Descanse en paz, amén.
Fuente: Vatican News