Pocas personas han pasado por este mundo de forma tan desapercibida, y a la vez con una existencia tan trascendente para la historia de la humanidad. Narciso Perales, nacido en La Línea de la Concepción, fue el médico que más veces representó a España en foros internacionales.
Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Valladolid en 1936. También doctor en Medicina, con una tesis doctoral en la Universidad de Madrid, sobre Medicina del Trabajo. Médico forense, de Asistencia Pública y de la Beneficencia Municipal de Madrid, todo ello por oposición.
Como médico de renombre mundial, cuyos estudios obran en organismos internacionales como la OMS (Organización Mundial de la Salud) o Naciones Unidas, no existe divergencia alguna. El linense Narciso Perales fue el médico que más veces representó a España en foros internacionales y ha sido reconocido de forma mundial como profesor en Medicina del Trabajo.
Dio su vida en mejorar la salud de los trabajadores, fueran de la ideología que fueran. Aún hoy, la Ordenanza de Salud e Higiene en el Trabajo que él creara, sigue en vigor.
Pero fue su doble condición, la de anti-franquista y falangista, la que le relegó para siempre al olvido. Durante el régimen de Franco por su primera filiación, durante la democracia por la segunda.
Lo cierto es que Narciso Perales, más allá de sus grandes logros en medicina, también desempeñó un papel ineludible en el devenir de quizá el movimiento político más controvertido de nuestra historia, la Falange Española de las JONS.
Estudiante durante los años de la II República, en las Facultades de Granada, Sevilla y Valladolid, Narciso se inició en la actividad política a los 19 años de edad de la mano del Movimiento Sindicalista Español.
Posteriormente, tras la creación de Falange Española, el jefe nacional del partido, José Antonio Primo de Rivera le otorga al doctor Perales el carnet de fundador. Fue condecorado 1935 con la Palma de Plata por el propio José Antonio.
Fue detenido y encarcelado por el gobierno del Frente Popular durante la II República, logrando salir de prisión poco antes de la guerra civil. Iniciada la contienda, combatió como voluntario en el frente de Teruel, alcanzando el grado de alférez. Sus sucesivas desavenencias con Franco le llevarían meses después al destierro.
Siendo ya crítico en plena contienda con Franco por los derroteros que iba tomando el régimen, fue nuevamente detenido, y citado en 1938 a declarar ante un juez por su supuesta participación en un complot disiente. En 1944, fue otra vez detenido y confinado acusado de intentar refundar una Falange Auténtica ajena al partido único del franquismo.
Pero fue el suceso de León, el que le terminaría de condenar en el Franquismo, cuando siendo él gobernador civil, en una audiencia oficial con Franco, el médico linense ordenó durante el banquete poner al Generalísimo pan negro. Ante la réplica de Franco por el pan, Narciso contestó que el pan negro era en estos momentos el que “comía todo el pueblo español”. Este hecho, le llevó a al cese como gobernador y su confinamiento en el Campo de Gibraltar.
Retirado de la política durante largos años, volvió a la carga en 1966 fundando el clandestino Frente Sindicalista Revolucionario. Ya durante la transición fue alzado como jefe nacional de Falange Española de las JONS (Aut).
El linense fue además uno de los pocos que intercedió por los hermanos Rosales, que habían dado cobijo y protección al poeta Federico García Lorca.
Si duda, una vida repleta de vivencias y logros para la medicina que han quedado silenciadas por su actividad política.
Estuvo casado con Justina Rodríguez de Viguri, primera mujer que militó en las JONS, fundadora del SEU y también falangista. Falleció en Madrid, el 18 de junio de 1993.
