La insolvencia de la empresa de aguas y residuos del Campo de Gibraltar


La empresa de aguas y residuos del Campo de Gibraltar (Arcgisa) es la principal razón de ser de la Mancomunidad, el ente comarcal surgió para aunar esfuerzos y ahorrar costes en la prestación de servicios básicos en los diferentes municipios de la zona sur de la provincia de Cádiz ante la diversidad poblacional de cada localidad.

Sin embargo, la Mancomunidad se ha usado en diferentes ocasiones como salvavidas debido a la mala gestión local, como ejemplo podemos mencionar que se le encargó rescatar el servicio de recogida de basura de La Línea de la Concepción con una elevadísima deuda o se le ha asignado la construcción de la canalización de los lixiviados del antiguo vertedero de Algeciras debido a un mal sellado tras su clausura.

No menos incomprensible es como se ha usado históricamente la Mancomunidad como “cementerio de elefantes” de los políticos comarcales amortizados por sus respectivos partidos, generando un coste económico a la entidad que se debería haber invertido en la mejora de los servicios. Insultante es la última subida salarial autoimpuesta por el nuevo gobierno comarcal cuando era ya sabido por todos la mala situación económica por la que pasa Arcgisa.

Todo esto unido a las deudas contraidas por diferentes ayuntamientos con el ente mancomunado ha llevado a que la Cámara de Cuentas de Andalucia alerte de la posible falta de liquidez a la que se puede enfrentar Arcgisa.

También cabe destacar que en el anterior mandato hubo una gran gresca en la Junta de Comarca debido a que algunos alcaldes amenazaron con salirse de la Mancomunidad sino se reducía la factura del servicio de agua en sus respectivos municipios, lo que generará una disminución en los ingresos del ente mancomunado.

La delicada situación de Arcgisa debe hacer recapacitar a nuestros representantes públicos, es necesario reconducir la situación de la Mancomunidad. Urge eliminar gastos innecesario y optimizar los recursos para que los campogibraltareños no paguemos sobrecostes por la prestación de unos servicios básicos.

Por Ignacio Holgado
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