Hay quién dijo que son las minorías las que tienen agallas para cambiar el mundo.
Algeciras. Viernes 16 de agosto, Plaza Alta. Tras siete meses sin conexión ferroviaria en el Campo de Gibraltar, el regreso del tren a la comarca no ha logrado más que acrecentar la vergüenza generalizada de todo un pueblo, que asiste atónito a una interminable lista de averías que hacen el día a día de los usuarios una odisea imprevisible.
Los trenes llegados a Algeciras tras el restablecimiento de su vía férrea, y que ya habían sido desechados con anterioridad en Extremadura, no sólo han sido ineficaces para paliar los problemas de comunicación en la comarca, sino que han desembocado en una situación que roza lo insostenible.
Algunos usuarios señalan que al menos cuando estaba suspendida la línea ferroviaria, se aseguraban “llegar a su destino” a través de otros medios de transporte, algo que en la actualidad supone una utopía para los pasajeros habituales de Renfe.
Las incontables averías, que hacen de las redes sociales un auténtico caldero de indignación, no han hecho sin embargo levantarse del sillón a la población campogibraltareña.
En pleno agosto, y tras la enésima avería, una decena de ciudadanos se niegan a cejar en la lucha, y acudían a la protesta que sin interrupción se lleva a cabo semanalmente cada viernes desde hace ya casi año y medio. Y nada ha cambiado desde entonces. La situación ha empeorado si cabe.
Los manifestantes avisan de que solo quedan 504 días para que se cumpla el plazo establecido por Bruselas para la finalización de las obras del tren de altas prestaciones Algeciras-Bobadilla. Algo que a día de hoy parece improbable.
“¿Qué más tiene que suceder para que el Campo de Gibraltar decida echarse en masa a la calle” se indigna un algecireño.
A día de hoy la solución al problema parece más bien lejana. El anuncio de Renfe que asegura la llegada de nuevos trenes a Algeciras en “tres años” está lejos de tranquilizar a la ciudadanía. Que continúe el (lamentable) espectáculo...
