Uno de los acontecimientos con más importancia de la historia de España, como fue la Batalla de Bailén, es sin embargo prácticamente desconocido por la mayoría de los campo gibraltareños. A todos eso sí, les sonará el General Castaños, pues así se bautizan calles, plazas y colegios en el Campo de Gibraltar. Junto a él, voluntarios de Algeciras y toda la comarca, en su mayoría gentes del campo y sin formación militar, marcharon hasta Jaén para plantar cara al Ejército más poderoso del mundo, invencible hasta entonces, y que había arrasado toda España. Esta es su historia:
Poco después de la invasión a España de las tropas francesas de Napoleón Bonaparte, el General Castaños ya llevaba establecido en Algeciras varios años, desde que en 1804, decidiera por razones puramente estratégicas, trasladar la comandancia general que se situaba en la vecina localidad de San Roque hasta la ciudad algecireña.
Las noticias que llegaban desde Madrid a Algeciras no son nada tranquilizantes. Las tropas de Napoleón han arrasado toda España. Y junto a Cádiz, el Campo de Gibraltar es una de las zonas que no ha caído en poder, aún, del ejército francés. Fue entonces cuando el General Castaños, recibió de la Junta Suprema de Defensa Nacional, el mando supremo. Castaños tenía que hacer frente así con las pocas fuerzas de las que disponía al poderoso ejército de Napoleón Bonaparte.
El General Castaños, cuando se encontraba en su domicilio particular, al lado del edificio en el que se encuentra hoy Radio Algeciras, se dispuso a organizarlo todo para dar respuesta a la invasión francesa que amenazaba con subyugar al pueblo español.
Las noticias que llegan desde Madrid a Algeciras no son nada tranquilizantes.
Se trabaja a destajo, y el General Castaños llama desde primera hora a los algecireños para que acudan voluntariamente a la salvar la nación, y así sus hogares y sus vidas. Las atrocidades que están cometiendo los franceses en el resto de España no amedrantan a nuestros paisanos, que deciden de inmediato ponerse al mando del General para derrotar al invasor.
Este es el llamamiento que hizo el General Castaños a los ciudadanos del Campo de Gibraltar:
"A todos los hombres, entre los 16 y 45 años; divididos en tres grupos: primero irían los voluntarios; si no eran suficientes, los solteros y casados sin hijos; los eclesiásticos de ordenes inferiores, y los servidores de la iglesia".
La recluta resulta todo un éxito. Los algecireños, y hombres de toda la comarca, unen sus fuerzas al General Castaños, para partir desde Algeciras y librar la batalla final que decidiría el futuro de toda una nación.
"Bajo un sol de justicia, sin experiencia militar, mal uniformados, muchos sin armamentos, a caballo los menos y en alpargatas los mas; nuestros antepasados, salen de Algeciras, con destino a Bailén", a presentar una batalla decisiva para la historia de España.
El camino hacia Jaén no resultará nada fácil. A los voluntarios del Campo de Gibraltar, les espera bajo las altas temperaturas del mes de julio, un tortuoso ascenso por la serranía de Ronda, donde el hambre, la sed y todo tipo de desgracias e infortunios no eran nada comparado con el ejército más poderoso del mundo, que aguardaba invencible en Jaén tras haber arrasado a su paso toda España.
Y comenzó la batalla, y muchos paisanos dejaron su vida aquel día lejos de su tierra, pero todos alcanzaron la inmortalidad de su victoria. El ejército de Napoleón Bonaparte, el más poderoso del mundo, fue cruelmente humillado por nuestros paisanos, que sufrió su primera derrota de la historia en campo de batalla, tras haber arrasado Europa. Más de 19.000 franceses murieron en aquella batalla, por "solo" 243 bajas en nuestras filas. Aquel 19 de julio cambió el rumbo de la historia de nuestro país, y marcó el principio del fin del Imperio Napoleónico.
Posteriormente, los voluntarios del Campo de Gibraltar que consiguieron sobrevivir, volvieron a sus casas y a sus labores.
La nación española, y el mundo, tal como se conoce hoy, sería imposible de comprender sin la victoria de los voluntarios campogibraltareños sobre las tropas francesas en Bailén.
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