¿Quién no ha llegado de un duro viaje en carretera y al ver el peñón de Gibraltar a lo lejos ha suspirado inercialmente de felicidad?
Los campogibraltreños nos hemos acostumbrado a su efigie alzándose sobre la Bahía, pero pocos conocen realmente las causas que llevaron a que en lo alto del peñón ondee la bandera británica.
Cuadro: Ferrer Dalmau |
Durante los 315 años que han pasado desde la toma de Gibraltar, España ha intentado recuperarlo tanto por vías diplomáticas como militares, siempre resultando los intentos infructuosos.
Para conocer el motivo de la pérdida del Peñón, hay que remontarnos a la “guerra civil” en 1701 que en España se produjo por el trono, tras fallecer el último rey español sin descendencia.
Por un lado, teníamos a Carlos de Austria, y por otro a Felipe de Borbón. Ambos querían reinar en España, dividiéndose la nación en dos. Gibraltar por su parte decidió jurar lealtad a Felipe.
La intención del ataque inglés al peñón era la de arrebatar la plaza a Felipe de Borbón, y añadir Gibraltar a la causa del pretendiente Carlos de Austria.
La llegada de las tropas inglesas se produjo concretamente el 1 de agosto de 1704, cuando una flota formada por 61 navíos y más de 30.000 tripulantes bajo el mando del almirante George Rooke llega a la bahía de Algeciras, frente al puerto de Gibraltar, con el objetivo de apoderarse del peñón.
Gibraltar por aquel entonces estaba defendida únicamente con una fortificación medieval reconstruida más de 100 años atrás y una población de tan sólo 5.000 habitantes, de los cuales apenas 100 eran militares. La batalla en la Bahía de Algeciras se prologó duraron dos días, cuando el gran desequilibrio entre ambos ejércitos decantó el triunfo de los ingleses, que lograron tomar tierra en el Muelle Nuevo de la ciudad, tomando como rehenes a la población civil.
La batalla se saldó con 60 muertos por parte del Ejército inglés, por solo 8 bajas de los españoles que guarnecían el peñón. El 6 de agosto, apenas dos días después de la caída de la ciudad, prácticamente la totalidad de los habitantes huyeron a poblaciones cercanas, quedándose en Gibraltar únicamente unas 70 personas, heridos y religiosos que se habían quedado a su cuidado.
Fue entonces cuando el almirante Rooke decidió nombrar el peñón bajo soberanía de la reina Ana de Inglaterra, en lugar de hacerlo bajo la soberanía del pretendiente a rey español Carlos de Austria, al que se suponía había venido a defender.
En España las tropas de Felipe de Borbón acaban imponiéndose sobre las de Carlos. La guerra de sucesión ha acabado, y la dinastía Borbón gobernará en España, con breves paréntesis, hasta nuestros días.
El tratado de paz (Tratado de Utrech) firmado entre ambos, es francamente vergonzoso. A costa de que se reconociera a Felipe de Borbón, como Rey Felipe V, España debió renunciar a Gibraltar, pero también a Menorca, a los Países Bajos que eran territorio español, y también a nuestra soberanía sobre Italia, que era también nuestra desde hacía siglos. Austria, Milán, Nápoles y Cerdeña... su pérdida significó el principio del fin de nuestro Imperio.
Aunque si se pudo posteriormente reconquistar militarmente Menorca, jamás el resto de territorios, pese a los múltiples intentos de devolver Gibraltar a la Corona Española.