“Cuando los países se desmoronan y se caen lo único que queda de ellos es la cultura, por eso es tan importante.”
Observar el sector cultural como un elemento determinante en el crecimiento económico es algo habitual en los países desarrollados. Es común encontrar a la cultura y el arte en los planes y estrategia de desarrollo en sus diferentes vertientes, por ejemplo, como una oportunidad de generar riqueza y empleo; como impulso para la cohesión y el bienestar social; y/o como modificador de la imagen urbana y del entorno en beneficio del turismo.
Es increíble, teniendo en cuenta, el alto índice de paro que soporta el Campo de Gibraltar, que los ayuntamientos no hayan reflexionado sobre el proceso de tercearización de la economía y la importancia de la cultura y el patrimonio histórico en el sector terciario (servicios), careciendo de un Plan Estratégico.
Sabiendo que la actividad turística en la provincia de Cádiz representa el 4% del PIB (Producto Interior Bruto) de Andalucía (superior a la suma de la agricultura, la silvicultura, la pesca y la industria), no es descabellado pensar en utilizar la explotación del patrimonio cultural como recurso económico para la creación de empleo.
El patrimonio histórico y cultural además de dar respaldo a la identidad de los pueblos, su explotación a través del turismo cultural (el menos dañado por la crisis) crea riqueza, no en vano, la importancia de la economía cultural la convierte en una rama científica particular.
Lógicamente para explotar el turismo cultural convirtiéndolo en un recurso creador de empleo, hace falta una metodología y que la ciudadanía y poderes públicos se impliquen en un Plan Estratégico.
El Campo de Gibraltar en general y Algeciras en particular están muy lejos de observar al patrimonio cultural como elemento generador de riqueza, y para muestra un botón.
Entre la Avenida Virgen del Carmen y la Plaza de la Constitución en Algeciras se encuentra una escalinata coronada por dos murales del artista campogibraltareño Pepe Barroso.
Estos murales fueron realizados en 1976, cuando el artista con 19 años ganó un concurso convocado por el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo.
Desde entonces los murales han estado a merced del vandalismo. El gobierno local sin un proyecto de restauración ha tapado el mural que mira al Centro Comercial del Corte Inglés, dejando al descubierto el otro mural que mira a un callejón poco transitable.
Este hecho fue aplaudido por un medio de comunicación y un columnista de solvencia intelectual.
Sería una barbaridad decir que los murales de Pepe Barroso son un recurso creador de empleo por sí solos. Sin un Plan Estratégico para fomentar el turismo cultural “solo” son elementos aislados de alto valor cultural (por la trayectoria del autor) destruidos por una ciudadanía que no tiene sensibilidad y desprecia su identidad.
Lo doloroso no es que se tape una obra de arte, lo triste es que personas con autoridad intelectual aplaudan esta medida.
Manuel Correro García